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Así se acaba con el miedo a hablar en público

Me piden milagros, fórmulas mágicas y recetas infalibles para triunfar en las presentaciones. Y aunque hago lo que puedo, quienes más se decepcionan son los que quieren el truco definitivo para quitarse el miedo de hablar en público.

Si hay poco misticismo en las presentaciones -por lo menos, tal y como yo las trabajo tienen más de ciencia que de otra cosa- para lo que no hay soluciones instantáneas es en el pánico escénico. Lo único que puede acabar con el miedo es ¡afrontarlo!

No hace mucho leía que un estudio confirmaba que hablar en público es para muchas personas más temido que la propia muerte. No hay problema para la mayoría de ellas que esquivan la situación a lo largo de toda su vida.

Pero la realidad es que muchos trabajos implican presentar en público con mayor o menor frecuencia. Y para ellos la cosa se complica.

Te tengo que repetir que no hay trucos, y en la guía de los 25 pasos ya te planteé una manera de superar ese terror escénico. Pero hoy te voy a dar algunos de los trucos habituales que doy a mis estudiantes.

 

Consejos para gestionar el miedo a hablar en público

1. Actúa con poder

La PNL nos ha enseñado que igual que lo que pensamos tiene efecto sobre nuestra expresión física el camino inverso también funciona. Si tu lenguaje corporal se muestra equilibrado, robusto y con una sonrisa de seguridad, tu psique tenderá a adoptar esa actitud.

2. Concéntrate en respirar

Una de las peores sensaciones de la ansiedad es la falta de respiración. Y es la pescadilla que se muerde la cola: si respiras mal, te pones más nervioso y si te pones nervioso respiras peor. Rompe esa dinámica con unos ejercicios de concentración, relajación y respiración.

3. No van a por ti

A no ser que seas una celebrity, olvídate. La gente no va a verte a ti, sino lo que les tienes que contar. No veas a tu público como el jurado de un talent, sino como gente interesada en tu tema. Y una buena noticia: nadie sabe más que tú sobre lo que vas a contar.

4. Céntrate en tu ponencia

Cuando estamos a tope de adrenalina se nos abren los sentidos y estamos más susceptible a cualquier estímulo. Esto nos ayuda si lo utilizamos a nuestro favor. Sin embargo podemos caer en el error de poner el foco y maximizar esos estímulos -una cara, un cuchicheo, una bombilla que parpadea…- y perder el norte.

5. Amordaza a tu crítico interno

Todos lo tenemos, tú también. Y es muy útil para reflexionar o evaluar nuestro trabajo. Pero es útil cuando toca. Y en medio de la presentación no toca. Así que hazlo callar, que cuando termines ya tendrá tiempo para dar su veredicto.

6. Ellos no huelen tu miedo

Los nervios tienen un reflejo en tu microcomportamiento, es esa parte de la comunicación no verbal tan sutil que a simple vista no podríamos analizar. Ya no te cuento si estás a más de dos metros de quienes te observan. Así que recuerda que la mayoría de las cosas que tú sientes -rubor, sudor frío, tembleques varios- ellos no lo notan.

7. Bebe agua

Uno de los clásicos. Queremos comunicarle a nuestro cerebro -sí, ése que está histérico pensando en la gran amenaza para su vida que tiene delante!- que no hay peligro, que la cosa está tan calmada que podemos darnos el lujo de pararnos a beber tranquilamente como lo hace un ñu en ausencia de leones.

 

El último consejo que te doy es: quédate con la energía del miedo. Hasta cuando es paralizante el miedo va cargado de tensión. Te recomiendo que no luches contra ella, trabaja para convertir esa tensión en energía a tu favor, consigue que el estrés -inevitable si estás vivo- se convierta en tu aliado.

 

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