Pasa que cuando uno escala en el organigrama de una empresa, aumentan las probabilidades de plantarse ante un público (empleados, colegas, inversores o participantes en un evento) a presentar un tema. Pasa que cuando eres un directivo de alto nivel se presupone que sabes hablar en público, que conoces las técnicas de la oratoria, aunque te ascendieran por tus conocimientos o experiencia y no por tus habilidades comunicativas.
Y pasa también que cuanto más alto estás menos tiempo y disponibilidad tienes para formarte y prepararte en esas tareas oratorias. Así me resulta normal que, cuando trabajo con altos ejecutivos, encuentre errores en las presentaciones.
Top de errores en las presentaciones de directivos:
- Empezar con un ladrillo de introducción para darle solemnidad a la charla.
- Leer continuamente el PowerPoint que, como se lo montó otra persona, es la única manera de seguir el hilo.
- No ensayar nunca, que no hay tiempo para tonterías, habiendo presentado tantas veces.
- Compartir solo información racional, sin demostrar sentimientos, que hay que ser profesional.
- Mojarse menos con un plural mayestático del tipo “creemos que”, “hemos considerado”, “estamos convencidos”.
- Dar mucha información en muy poco tiempo, que se note que sabe de qué habla.
- Hablar mucho de uno mismo, que para eso vinieron a escucharle.
- El “Gracias” en la diapositiva final. Ese truquillo para conectar con la audiencia que aprendió en un curso, hace 15 años.
- Terminar con un turno de ruegos y preguntas, cerrando en alto con posibles controversias y momentos incómodos.
- Preguntar a los subordinados directos si ha quedado bien, que serán totalmente sinceros aunque tengan que ser crueles con él.
Y hablando de sinceridad, saca tu honestidad y reconoce qué errores cometes.
Si eres un alto ejecutivo y no cometes ninguno de estos fallos, ¡enhorabuena! Eres de los pocos que se preocupan seriamente por ser profesionales en esta tarea.
Si cometes hasta cinco de estos fallos, no desfallezcas. Sigue trabajando duro y creciendo como orador.
