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¿Y las preguntas para cuándo?

En el guión de una presentación debería aparecer un punto que se conoce como Q&A (del inglés questions and answers), que es el espacio que se deja para que el público haga sus preguntas al ponente.

Dejar un tiempo en tu presentación para preguntas más que importante es necesario. Es el momento donde de verdad saldrán las inquietudes reales de tu audiencia que no siempre coinciden con las que tú preveías. Es el momento en el que tu público te verá más accesible, cercano y centrado en ellos. Siempre que el contexto lo permita, incluye un espacio de preguntas en tu presentación. Dicho de otra manera, si no hay preguntas que no sea porque tú no has querido.

Anunciar al principio cuándo esperas las preguntas también prepara a la audiencia para cumplir su papel con mayor confianza y eficacia.

Pero, ¿cuál es el mejor momento? ¿Dónde incluir en el guión la interacción con el público?

 

4 opciones para incluir preguntas del público en una presentación

 

Durante la presentación

Dejar que el público interrumpa en cada momento que les surja una duda. Es una buena opción si llevas a cabo una formación, donde el aprendizaje es sumativo y crear un entorno colaborativo entre los participantes es totalmente imprescindible para que la sesión sea productiva.

Sin embargo, en cualquier otro contexto es mejor evitarlo, porque tu tiempo será limitado y puede pasarte que en tu afán de satisfacer las interrupciones acabes quedándote sin tiempo para aquello que tenías que comunicar. Además,  pueden preguntarte sobre cosas que tienes en tus próximas diapositivas, abriendo la posibilidad de romperte totalmente ese guión que con tanto mimo has construido.

 

Después de un bloque

Si en tu estructura tienes áreas totalmente diferenciadas, y para ti es importante que tengan cada paso bien claro antes de dar el siguiente, es una buena manera de conseguirlo. Sobre todo marca un tiempo limitado y cúmplelo. Tampoco quieres que los bloques queden tan separados unos de otros por las intervenciones que la audiencia no consiga crear un significado global.

 

Al final de la presentación

Aunque es lo más habitual, me habrás leído en más de una ocasión decirte que es la peor de las opciones. La audiencia tiende a recordar las primeras y últimas cosas que ven y escuchan. Por eso insisto tanto en que la apertura y el cierre deben ser muy claros y rotundos, no puedes dejarlos en manos de los asistentes.

Imagina que el final de tu presentación, lo último que el público recordará, es un asistente señalando un error, una anécdota personal, una pregunta incómoda o un interrogante sobre un detalle secundario. ¿Seguro que quieres trabajar tanto para que eso sea lo que la audiencia se lleve a casa?

 

Antes del cierre de la presentación

Ahora sí, esta opción en mi opinión es la más acertada. Reservar ese tiempo de preguntas antes de terminar te permite mantener el control, ya que tú dirás la última palabra. Te permite gestionar mejor el tiempo, ya que puedes alargarla o acortarla en función del tiempo que te quede. Elimina interrupciones en tu discurso y te deja el espacio para que hagas tu cierre con impacto.

Además, en ese momento, cuando la presentación está tan avanzada y tu ansiedad ha bajado muchísimo desde el pico del inicio, cuando ya has dado el grueso de la información, ¿no te parece el mejor momento para atender las preguntas con la máxima seguridad y confianza?

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