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La táctica de la botella

Hay un superpoder silencioso en el escenario. No brilla, no habla… pero todos lo miran cuando aparece.

Es una simple botella de agua.

Y no está ahí solo por si se te seca la boca. Está para ayudarte a pensar, a pausar, a respirar. No por nada en las ruedas de prensa más tensas, hay portavoces que se aferran al botellín con más fe que a sus propios argumentos. Beber da tiempo. Tiempo para pensar. Tiempo para componer el gesto. Tiempo para recuperar el hilo sin parecer que lo has perdido.

Pero cuidado: ese gesto también comunica. Si bebes como quien se esconde, o haces sonar el tapón como si fueras a brindar, distraes más que ayudas.

Aquí van cinco claves para que ese trago no te haga tropezar:

1. No bebas como si te estuvieras escondiendo.
Muchas personas giran hacia el atril, bajan la cabeza o se tapan con la botella. Error. Estás en el escenario: si necesitas beber, hazlo con naturalidad, sin romper el contacto con el público más de lo necesario.

2. Elige la botella con cabeza.
Evita botellas ruidosas o con tapón de rosca (¡ese “crack” se oye hasta en la última fila!). Las botellas con pajita o vasos discretos funcionan mejor. ¿Ejemplos? En TED suelen usar vasos bajos y transparentes, nada que interrumpa la estética… ni el mensaje.

3. No te agarres al agua como si fuera un salvavidas.
Hay quien bebe compulsivamente para tapar nervios, silencios o pérdidas del hilo. Pero el público lo nota. Bebe para cuidar tu voz, no para huir de ella.

4. Aprovecha el gesto.
Ese sorbo puede ser una pausa expresiva, un momento para mirar al público, dejar que el mensaje repose. Como los grandes actores que hacen arte del silencio, tú puedes hacer que un trago tenga intención.
Y sí, también puede darte unos segundos extra para pensar. No es casual que en ruedas de prensa complicadas, más de un político o portavoz recurra al famoso “sorbo estratégico” justo antes de responder una pregunta difícil. El agua, además de hidratar, puede comprar tiempo. Y eso, a veces, vale oro.

5. Ensáyalo.
Sí, suena exagerado, pero no lo es. Ensaya con la botella como ensayas con el mando del PowerPoint o el micrófono. Lo que no practicas, te traiciona.

Y sí: beber ayuda de verdad.
No es solo cuestión de estilo. La deshidratación leve —esa que ni notas, pero que viene después de media hora de charla sin parar— afecta al rendimiento cognitivo, incluyendo la atención y la memoria verbal. Un estudio publicado en The British Journal of Nutrition demostró que incluso una pérdida del 1-2% de agua corporal puede afectar tu capacidad de concentración (Adan, 2012).

¿La conclusión? Que hablar en público es una coreografía, y cada gesto cuenta. Hasta el de beber.

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