Barack Obama aterrizó en la Casa Blanca gracias a la potencia de su retórica. Sus habilidades para persuadir en sus discursos públicos agitaron las esperanzas e ilusiones de los norteamericanos que lo arrastraron a la presidencia. El factor Obama encandiló al mundo.
Sin embargo, durante los posteriores 7 años de mandato, su postura ha sido criticada tanto por sus partidarios como sus oponentes. Dejaron de ver ese torrente emocional que caracterizaba al candidato y descubrieron un presidente templado, a veces frívolo, demasiado mesurado hasta con el tema más sobrecogedor.
En efecto, el presidente de los E.E.U.U. ha defendido su figura con una retórica mucho más calmada y argumental que la que le hizo ganar sus primeras elecciones. Una vez conseguido su objetivo, adquirido su nuevo rol, ha tratado de mostrarse como un gestor ejecutivo ponderado a la cabeza de la primera potencia mundial.
Su discurso sigue siendo exquisito en forma y contenido, sin embargo, ha sustituido la urgencia y pasión por el lema “No drama Obama”. Así expresa la distancia y frialdad con las que hay que acometer las grandes decisiones de una nación.
La línea de moderación fue traspasada la semana pasada cuando Obama, volvió a su estilo de 2008 con un emocionado discurso sobre el control de las armas de fuego en su país.
El discurso donde se olvidó la contención y apareció el factor Obama
Como consecuencia de la masacre de Newtown donde 20 niños y 8 adultos murieron en un salvaje tiroteo. Se presentó en un atril, con escasos papeles y rodeado de familiares de las víctimas para dar su imagen más auténtica, su comunicación más potente.
Liberado del teleprompter, habló de los hechos de forma fluida sin los “aams” que suele hacer cuando se despista de un texto estudiado. Su mensaje expresaba lo que de verdad su corazón le pedía en ese momento. El hombre se expresó por encima del presidente, el factor Obama se dejaba ver.
Su lenguaje corporal era más suelto, su acostumbrada postura de poder a veces se rompía mostrando su frustración por no haber conseguido ningún avance en ese tema durante los 7 años que lo estuvo intentando; y hasta sus expresiones faciales transmitían claramente la conmoción que sentía. Cuando recordó a los «alumnos de primer grado en Newtown. Alumnos de primer grado. Y de todas las familias que nunca imaginaron que la bala de un arma de fuego les quitaría a sus seres queridos», incluso lloró.
La intención de ofensiva contra el bando republicano y el lobby de los fabricantes de armas es la misma que repite desde hace tiempo, incluso tras sucesos similares. Aunque puede que el nivel comunicativo alcanzado con esta comunicación (y el vuelco de actitud propia y de otros que implica) le dé más resultados.
Es una muestra de que el Obama que conocimos está ahí, quizás coartado por la propia responsabilidad del histórico puesto que ocupa. Quizás, terminado su ultimo año poder volvamos a ver el espíritu de Obama que conocimos trabajando para otras causas -podría ser la del control de las armas- que seguro se beneficiarán de las dotes de oratoria del presidente.