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Hablar en público, ¿es un talento innato o es una habilidad que puede ser aprendida?

A continuación tenemos frente a nosotros una de las grandes preguntas que rodean cientos de conferencias y talleres, una de las dudas que generan inseguridad en aquellas personas que no se consideran buenas para hablar en público. Con el objetivo de lograr responderla es necesario volver a la más primitiva infancia de cada individuo.

Al inicio de nuestra vida llegamos al mundo sin entender una sola palabra de lo que dicen nuestros padres. Con gran confusión solamente comenzamos a asociar su tono de voz con sentimientos como la calma, el enojo o la tristeza. Desde este punto inicial no existe una predisposición que haga a algunas personas más talentosas que otras para recibir lenguaje. Sin embargo, si pensamos en el talento como una capacidad para adquirir conocimientos de forma fácil, es posible que en la adultez sí haya cierto talento para ello. No se deberá en ningún caso a una cualidad especial, específicamente será el resultado de una formación educativa con características que potencian el aprendizaje.

La disciplina siempre ganará a la inteligencia

En infinitas ocasiones ha existido una posible desmotivación por parte de los estudiantes menos talentosos, al notar que algunas personas pueden ser más rápidas que ellos para cumplir objetivos. Pero la rapidez no es signo de un mejor desempeño. Como ejemplo podemos recordar la historia de la liebre y la tortuga.

Una de las ideas que afirma la importancia del trabajo duro es la conocida «regla de los 10 años de práctica«, presentada en el año 1899. Dicha propuesta indica que para lograr maestría en cualquier actividad se requieren 10 mil horas de práctica, un aproximado de 10 años consecutivos. De esta manera se explica que aunque haya un cierto porcentaje de talento, el mismo no acorta significativamente el tiempo que se requiere para ser excelente en cierta actividad. De esta manera podemos observar que el talento no es un factor determinante para el éxito. El trabajo constante sí lo es. No sirve de nada ser el estudiante más brillante de una universidad si no se realizan acciones para mejorar cada día. Tarde o temprano aquellos que entreguen más esfuerzo superarán a dicho alumno.

El valor de la técnica y el buen maestro

La época actual ha sido descrita como una sociedad llena de conocimiento e información. Internet ha dado la idea de que el aprendizaje puede hacerse de forma individual. A este tipo de técnica para adquirir habilidades le llamamos educación autodidacta, una forma gratuita y sencilla con la cual crecer. Pero este sistema, considerado innovador, tiene grandes fallas potenciales. Una de ellas es el descuido de la técnica al no haber un supervisor calificado. Aunque una persona se esfuerce mucho por mejorar, no llegará realmente lejos si va en la dirección contraria.

Por ello, la mejor recomendación que puede darse para aprender a hablar en público es invertir en formación guiada por expertos para lograr un aprendizaje sistemático.

Cuando elijas profesionales, debes valorar no solo la experiencia en hablar en público, sino también las habilidades pedagógicas. De sabios que no saben enseñar están las universidades llenas. Y cuando estamos hablando de habilidades es aún más grave las carencias didácticas.

Porque los buenos formadores se centran en acelerar el proceso de aprendizaje, logrando que con mayor rapidez podamos desarrollar ese talento natural que todos poseemos para hablar de forma clara y fluida.

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