Aunque te suene contradictorio, uno de los elementos capitales en cualquier presentación o charla es el silencio. En primer lugar, como orador, es un momento importante porque te sirve para respirar. Tú y tu discurso necesitáis pausas en las que tomar aire y dosificar energías.
Pero también es el aire para tus ideas. Más allá de lo obvio, las pausas tienen significado. Tal y como reza el tópico sobre comunicación, no se puede no comunicar. Y es que comunicas incluso callando, porque los silencios enmarcan, matizan, dan fuerza y espacio para que tus ideas calen en la mente de la audiencia.
Diferentes significados de una pausa
Un claro ejemplo lo encuentras en el discurso del I have a dream de Martin Luther King. Es un alegato con reconocida fuerza que agitó la conciencia de millones de personas. Sin embargo, contiene un máximo de 92 palabras por minuto cuando solemos pronunciar unas 150. Eso es porque Martin Luther King no se presentó ante la multitud para hablar, sino que su intención era ser escuchado. Su discurso se construye alrededor de palabras e ideas clave intercalando silencios dilatados que ayudaban a la audiencia a absorber su significado.
A veces, la pausa no tiene un significado tan emocional. Es una manera no visual de enfatizar una palabra o frase, elevándolas por encima del discurso. Steve Jobs acostumbraba a callar para ensalzar los nombres de los productos que presentaba. Sus silencios nos señalaban que ésa era la palabra importante, el motivo para reunir a los presentes en la sala.
Si quieres mostrar respeto por tu audiencia, pausa para que entienda que es importante para ti. Imagina que realizas una pregunta, aunque sea retórica, y antes de dar tiempo a pensar en la respuesta, la dejas caer. ¿Sabes qué pensarán tus interlocutores? Que sus respuestas no te interesan lo más mínimo y que la pregunta no era para ellos. Que tienes una actitud cerrada y hablas solo para ti. Y justamente eso es lo último que deseas que sienta tu audiencia.
Usa las pausas después de tus preguntas o llamadas a la acción. Quieres que tu público entienda que son mensajes para ellos, que es importante para ti que los reciban y reflexionen. En el épico ejemplo a continuación, observa cómo William Wallace calza silencios tras sus llamadas a la acción de su arenga:
“¿Qué haríais sin libertad? (pausa) ¿Lucharéis? (pausa) Luchad y puede que muráis. (pausa) Huid y viviréis. (pausa) Un tiempo al menos.”
Así que, la próxima vez que prepares una charla, no desprecies los silencios por concentrarte en las palabras, porque son tan importantes los unos como las otras.