Una presentación sin analogías es como un jardín sin flores. Por eso el propósito de este artículo es enseñarte qué es la analogía, por qué la utilizamos en retórica y, sobre todo, cuáles son los errores que debemos evitar al utilizar este recurso.
La analogía es una figura lingüística que utiliza una relación simbólica entre dos conceptos. La retórica la aprovecha para sugerir un significado de un elemento, a menudo abstracto, a través del ejemplo de una idea más corpórea.
Algunos ejemplos: «esta empresa parece el patio de un colegio», «nuestro producto comparado con la competencia es como comparar un fórmula uno con un utilitario» o «queremos trabajadores que sepan cooperar como las abejas en una colmena».
En las presentaciones, es un recurso estupendo porque nos ayuda a acercar conceptos lejanos a la audiencia, comparándolos con cosas más cercanas o imágenes más vívidas para ella.
La diferencia entre una analogía y una metáfora es que mientras la primera compara («queremos entrar en este mercado que es como estar en la Champions League») la segunda directamente asimila («queremos entrar en la Champions League»).
Las ventajas de utilizar la analogía (o metáfora) son claras:
- Añade elementos fáciles de visualizar, nada complicados de imaginar en tu mente -como pasa con conceptos más abstractos-, que refuerzan la comprensión y la memorización del mensaje
- Utiliza significados compartidos, referentes comunes con la audiencia, que expresan la pertenencia a un mismo colectivo.
- Introduce elementos externos, diferentes e inesperados que aportan dinamismo y expectación a una presentación.
Por eso funcionan estas analogías:
- Un átomo es como un sistema solar en miniatura.
- La vida es como una carrera de fondo.
Algunas podrías utilizarlas para tu próxima presentación:
- Así como la espada es el arma de un guerrero, el ………. es el arma de un ……….
- Igual que una oruga se convierte en mariposa, un ……… puede convertirse en un ………
Pero, ¿como se llega a afirmar que «si sumamos 2 manzanas, pues dan dos manzanas»?
Así argumentaba Ana Botella, antigua alcaldesa de Madrid, su oposición al matrimonio homosexual intentando hacer una analogía:
«Si se suman dos manzanas, pues dan dos manzanas. Y si se suman una manzana y una pera, nunca pueden dar dos manzanas, porque es que son componentes distintos. Hombre y mujer es una cosa, que es el matrimonio, y dos hombres o dos mujeres serán otra cosa distinta».»
Anna Botella, 2004
Cuando quieres aprovechar las bondades de la analogía sin utilizarla apropiadamente consigues lo contrario: incomprensión, confusión o -en el caso de la cita- ridículo.
Para que no te pase, te voy a dejar algunas indicaciones de cómo no debes utilizar la analogía cuando estés preparando tu presentación.
8 errores al utilizar las analogías en tu presentación
- Una analogía tan compleja de explicar que pierde su propósito de facilitar la comprensión.
- Una analogía que solo encaja en una parte y diverge en muchos otros aspectos.
- Una analogía que utiliza una segunda idea abstracta que no es fácil de visualizar.
- Una analogía que es la número 8 de una serie de analogías inconexas para cada uno de los conceptos de tu presentación.
- Una analogía que no es seria. Un poco de humor puede ayudar, pero el chiste fácil o chabacano desprende poca profesionalidad.
- Una analogía que es un cliché que suena a reiterativo, vacío por trillado y poco original.
- Una analogía que en una argumentación se convierte en falaz, basándose en una falsa comparativa.
- Una analogía que no tiene nada análogo, que realmente no sirve como ejemplo.
Como ves la analogía es una buena herramienta que bien usada puede dar brillo a tu discurso, pero que si no la utilizas con respeto y estrategia pueden acabar desluciendo todo tu trabajo y convertirse en la anécdota que todo el mundo recuerde. Como en el vídeo.