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El método STEEL para dar un discurso improvisado

¿Por qué no te levantas y dices algunas palabras?” (y similares) debería estar en el top 3 de momentos de pánico para casi cualquier persona sobre la faz de la Tierra. Puede suceder en cualquier instante: en una boda, en una reunión de trabajo, en un evento relacionado con tu campo de trabajo y en el que, quizá, destacas ligeramente… Dar un discurso improvisado es una habilidad que solo unos pocos poseen, hasta que aprendes que tú también eres capaz de sacarte “algunas palabras” de la manga y, por supuesto, salir de una pieza de semejante trampa. Es hora de hacerse de acero, de sumarse al método STEEL.

Los 5 pasos para dar un discurso improvisado: el método STEEL

1. Saludo.

Que te cacen con la guardia baja no tiene nada que ver con el resto de la audiencia, aunque ésta sean cuatro gatos. «Buenos días«, o noches o lo que sea adecuado es suficiente y, si nos presentaron a traición, basta con añadir un agradecimiento a quien nos ha presentado. A menos que cuentes con una confianza ciega, total y absoluta, no devuelvas la jugada con algo parecido a “ahora que x me ha arrojado a los leones…

2. Tema.

Ya sabes: “estamos aquí reunidos con motivo de…”. Da igual si es una celebración o una convención de banqueros, todo el mundo está ahí contigo, en el mismo brete. Darle importancia al contexto ayuda inmensamente cuando estamos dando un discurso improvisado por dos razones: la primera, ayuda a hacer comunión con los demás incluso si no te conocen; la segunda, te permite echar a rodar las palabras y destensar los nervios con un tema en el que es casi imposible fallar. Es tan descriptivo que te permitirá pensar en los siguientes pasos. Eso permite construir la confianza que luego te servirá para…

3. Empatía.

O lo que es lo mismo: hablar sobre qué te ha llevado hasta ese momento y a lo que el resto pueda sumarse. ¿Qué vivencias o emociones puede tu público compartir contigo? En una celebración, esto puede ser la cercanía a los protagonistas del evento, en una convención puede ser la afinidad a una marca o un campo (“Hemos tenido la oportunidad de ver cómo x crecía…”), pero también puedes encontrar terreno común en un problema compartido por los asistentes y, por tanto, el motivo que os ha reunido bajo el mismo techo (“Todos nos hemos visto alguna vez en la situación de…”).

4. Enunciado.

Esta es, quizá, la fase más natural de un discurso improvisado. Cuál es tu mensaje central, qué quieres comunicar desde desde tu punto de vista personal e intransferible. “Personalmente, conozco a x desde hace mucho tiempo y hemos construido…” es una buena opción, por ejemplo. Si en la fase anterior optaste por mencionar problemas, éste es el momento de hablar de soluciones: “por eso considero que el camino a seguir es…” o “parece claro como el agua que debemos…”.

5. Llamada a la acción

Da igual si estás en un discurso improvisado o no, porque el último paso es extremadamente común cada vez que nos encontramos en una presentación: hay que mover a la audiencia.  “Así que demos un aplauso a…/para celebrar que…” sirve para casi cualquier tipo de celebración y evento, pero si estamos ante la oportunidad de oro de promocionar una solución, bien puede ser un momento para cristalizar una marejada de interés con un “por eso, no hay mejor momento que ahora para…”, por ejemplo.

Como ves, el método STEEL para que un discurso improvisado no nos pille a pie cambiado es una técnica sencilla. No hace falta un máster ni una carrera profesional amplia, sino saber a ciencia cierta dónde estás y con quién. Es más: con saber por qué recibiste la invitación deberías tener más que suficiente.

Y ahora, ¡a practicar! Imagina cada día durante un rato qué dirías si te dijeran “¿Por qué no te levantas y dices algunas palabras?” y prepárate, aunque sea en tu cabeza, para cuando llegue el momento de la verdad.

 

 

 

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