Cuando nos tenemos que enfrentar a una presentación acostumbramos a pasar mucho tiempo preparando el contenido pero se nos olvida que vamos a hablar en público y por lo tanto nuestro principal instrumento, nuestra herramienta principal va a ser la voz. Es necesario dar un uso de la voz adecuado y personal. Es por eso que un mismo discurso leído por diferentes personas puede dar resultados completamente distantes. Aquí os dejo algunas claves a controlar:
Un uso de la voz adecuado al hablar en público
- VOCALIZACIÓN: Cuando hablamos, no solo nos dedicamos a descifrar el mensaje con los oídos, también nuestros ojos colaboran registrando los movimientos de la boca. Es por eso que se dice que puedes presumir de hablar bien un idioma cuando lo haces por teléfono, sin la ayuda extra de los ojos. No olvidemos que la distancia con nuestros oyentes en una presentación es mucho mayor que en una conversación habitual, por lo tanto, para que todo el mundo alcance a ver nuestra boca, es conveniente exagerar algo la vocalización.
- VELOCIDAD: Regular la velocidad nos ayuda a hacer el discurso más interesante y fluido. Cuando Caperucita va tranquilamente por el bosque recogiendo florecillas, la relatamos grácilmente, como pasando de puntillas. Sin embargo cuando el lobo dice “para comerte mejor” todos lo interpretamos hablando casi a cámara lenta. Generalmente aumentamos la velocidad para las anécdotas y en cambio utilizamos un ritmo muy lento para captar la atención ya que avecina algo muy importante, casi trascendental. Así lo aprendimos de pequeños y así lo entendemos también de adultos.
- ENTONACIÓN: En su trabajo constante de procesar la ingente cantidad de estímulos que recibe, nuestro cerebro prioriza aquellos que le pueden ser más útiles para reaccionar ante situaciones de emergencia y, en cambio, desprecia el estímulo constante porque no aporta nueva información. Así cuando entramos en un nuevo lugar un olor puede captar nuestra atención, pero con el tiempo ni lo notamos. Si no queremos que nuestra voz se convierta en un estímulo a despreciar y que nuestro cerebro lo convierta en un sonido ambiente al que ya no presta atención, es necesario jugar con la entonación y el volumen convenientemente.
- PAUSAS: Todo el mundo estará de acuerdo en que un buen menú se saborea mejor cuanto más tiempo tienes para ello. Las pausas entre un plato y otro, incluso entre un bocado y otro, nos dan tiempo para reconocer, analizar y disfrutar de los diferentes sabores. Igualmente nuestro discurso necesita de pausas para que los oyentes puedan ir degustando, procesando y analizando la información que les servimos. Así que debemos buscar los mejores momentos para colocar nuestras pausas sin desvirtuar nuestro mensaje y conseguir nuestro objetivo.
Atendiendo a estas cualidades podemos dotar al discurso de un ritmo que atrape a la audiencia, captando su atención y conduciéndola a la venta, la motivación, la alarma o cualquiera que sea nuestro propósito.