Insistimos mucho en el gran valor que aportan las historias a tus discursos. Ya te hemos contado cuáles son las virtudes del storytelling para captar la atención, facilitar la asimilación y potenciar el recuerdo. Existen muchos tipos de historias: largas y cortas, dramáticas o cómicas, personales o enmarcadas en el trabajo. Algunas historias son relatos emocionantes que encierran potentes mensajes con los que impactar en tu audiencia, otras son pequeñas anécdotas que ilustran una lección aprendida.
Hay tantas historias como momentos en la vida, por eso me inquietó la pregunta que un estudiante me hizo el otro día: ¿y cómo sé si la historia va a gustar a mi audiencia?
Elegir una historia adecuada es realmente uno de los trabajos más duros. Tan duro que a veces, cuando encontramos una historia que engancha a la gente, cometemos el pecado de colarla en cualquier presentación venga o no a cuento. Evitando que mi estudiante cayese en ese error, tuvimos que hacer el camino inverso en uno de los aspectos más importantes a la hora de concebir una presentación: «No pienses en lo que le gustaría a tu audiencia, piensa en tu objetivo. ¿Qué necesitas tú?».
Y es que para ser estratégicos, no debemos perder nunca el foco de nuestro objetivo. Pregúntate qué quieres conseguir con tu historia:
- ¿Inspirar a la gente a creer en sí mismos?
- ¿Enseñar a hacer las cosas de otra manera?
- ¿Cambiar actitudes?
- ¿Comunicar por qué el cambio es necesario?
- ¿Ilustrar el peligro de tomar malas decisiones?
- ¿Persuadir para que compren tu producto o servicio?
- ¿Ayudar a la gente a que se relaje y trabaje con más alegría?
- ¿Hacer fácil de comprender una idea compleja?
- ¿Cambiar un paradigma?
Y cuando sepas qué hacer con tu historia, ahora sí, piensa en cómo contarla para que guste a la gente. Los buenos contadores de historias (seguro que tienes un amigo o amiga que lo es) suministran la información de una manera pensada con la que saben que tienen el control del mensaje y la atención de quien le escucha.
Crear impacto con la historia no se trata sólo de encontrar la situación, los personajes o la moraleja ideal. Para crear un impacto real necesitas armarla de una manera determinada. La manera en la que autores desde hace cientos de años estructuran sus historias para asegurarse enganchar a su público y mantenerse en su memoria.
Doug Stevenson, autor de The Story Theater Method, nos recomienda no reinventar la rueda y utilizar la fórmula clásica de las historias.
Los 9 pasos para estructurar un storytelling
- Establece el escenario. Sitúa en el tiempo y en un lugar. Algunos simples rasgos de contexto que ayuden a la audiencia a imaginar un escenario en su mente.
- Presenta a los personajes. Humanos o no, una historia necesita siempre de protagonistas que toman decisiones y se enfrentan a conflictos que provocan que la audiencia se ponga en su lugar.
- Empieza el viaje. ¿Dónde quieres llegar? Los deseos, objetivos y pretensiones de los personajes. Aquello que quieren alcanzar -o retener-.
- Encuentra el obstáculo. Ese elemento que impide continuar el viaje, la piedra que hace a los personajes dudar. Es aquí donde la historia empieza a ser interesante, ¿verdad? Es porque tú te preguntas qué harías en su lugar.
- Supera el obstáculo. Descubre cómo los personajes resolvieron el problema. A veces hay ingenio, a veces renuncias, a veces temer miedos o asumir los cambios… Nos encanta saber cómo otros han saltado el obstáculo, no sea que nosotros nos encontremos alguna vez.
- Resuelve la historia. El final de la historia describe como han quedado las cosas después de este viaje. La audiencia necesita saber cómo ha terminado todo, cerrar el círculo para pasar página.
- Declara la revelación. ¿Qué es lo que has aprendido de todo esto? Comparte con tu audiencia lo que ha supuesto esta historia en tu vida, la enseñanza que te ha proporcionado.
- Haz la pregunta. Es el momento de acercar la historia al contexto real de la audiencia. Pasa la pelota y transfiere el aprendizaje a tu audiencia: «¿Qué has aprendido tú?»
- Reafirma tu idea fuerza. Para finalizar recoge la lección aprendida con la historia y lanza tu llamada a la acción.
Cada historia puede tener el potencial de provocar diferentes aprendizajes. Elije solo uno de ellos -el que tú necesitas-, simplifica y da lustre a ese unívoco desenlace para conseguir el máximo impacto.