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¡No lo digas, muéstralo!

 

En literatura hay un concepto englobado tras la frase “mostrar en lugar de contar” o, como se dice en inglés, show, don’t tell. Y una de las maneras más rápidas de aprender qué significa es sufrir a través de una presentación llena de datos para después entretenerse con la presentación de Randall Munroe.

Pero, ¿quién es Randall Munroe y por qué tendría que importarnos su manera de exponer datos?

La primera parte de la pregunta se responde con cuatro siglas, XKCD, y un eslogan: un webcómic sobre romance, sarcasmo, mates y lenguaje. Randall Munroe es uno de los ilustradores más influyentes en la Internet actual porque es capaz aglutinar gran cantidad de saber en pocas viñetas, convirtiendo a los típicos dibujos de palote en el medio perfecto para divulgar ciencia, matemáticas y lenguaje. Lo curioso del caso es que a Randall Munroe las cuentas le aburren. Y como le aburren, busca respuestas concretas y explícitas.

Justo ahí está la clave de mostrar en lugar de contar.

Crecemos con cuentos en los que los protagonistas son muy buenos, los malos muy malos, y los obstáculos son claros. Luego crecemos y nos cansamos de la historia de siempre. Dejamos de interesarnos en quién es quién y deseamos saber qué convierte en buenos a los buenos y en malos a los malos. No queremos que alguien diga que el depredador es un peligro, queremos que dañe o mate algo, queremos ver la amenaza reflejada en la cara compungida de los protagonistas y los esfuerzos que realizan para salir al paso de las triquiñuelas del némesis de turno. Queremos hechos que muestren quién es el bueno o el malo, no que nos cuenten quién es el bueno o el malo.

 

No te lo digo, te lo muestro

Eso, en nuestro querido terreno de las presentaciones, se consigue justo como vemos en esta TED Talk. Cuando se trata de datos, queremos ver qué pasaría con ellos, que se vuelvan palpables. No nos interesa saber a qué velocidad se mueve una bola de béisbol lanzada a casi la velocidad de la luz, o cuántos megatones se liberan en una explosión nuclear, sino que nos sitúen en Boston y nos cuenten qué sucede desde que la pelota inicia el recorrido hasta que la ciudad desaparece de la faz de la tierra bajo un hongo atómico.

E incluso si buscamos una respuesta concreta, con un número concreto, lo mejor es ponerlo en perspectiva. ¿Cuántas tarjetas perforadas, de esas que aún vemos en películas cuando fichan al salir de un turno de trabajo, serían necesarias para guardar toda la información de Google? Cientos de millones, probablemente. Aunque es más divertido decir «tantas que servirían para enterrar veinte ciudades como Boston, puestas una encima de la otra».

Y aunque ahora quizá te preguntes por qué Boston sufre todos los males en las respuestas de Randall Munroe, sabes a ciencia cierta un par de cosas, contadas con dos historias paralelas, y en ningún momento te perdiste entre números y cifras y datos.

Ése es el poder de mostrar sin contar, del show, don’t tell. Del storytelling aplicado a los datos.

Ése es el efecto (WOW!) que buscas en tus presentaciones.

 

 

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