La semana próxima me toca ir al norte. Otra empresa que prepara unas presentaciones internas para ilusionar a sus equipos con un nuevo proyecto. Cada uno de los ponentes tienen claro que quieren impactar emocionalmente, están buscando persuadir a su público.
El propósito y la intención está clara. Pero acostumbro a encontrarme con el mismo reto: ¿Serán capaces de asumir el riesgo de romper con el estándar para conseguir el impacto?
Está claro que hay muy poca gente, cuando hablamos de directivos de un cierto nivel en empresas grandes, que presente de pena. Ciertas habilidades y trucos ya han desarrollado y no convierten sus presentaciones en catástrofes. Pero todos echan de menos la conexión con el público.
¿Por qué después de más de 50 presentaciones aún siguen sin persuadir al público con presentaciones brillantes?
Pues porque no arriesgan. Se encorsetan en sus formatos habituales, hacen lo que ven que el de al lado ha hecho y ofrecen presentaciones en serie, las del montón.
Es imposible que una presentación del montón cautive al público. Cuando la audiencia está harta de ver el típico powerpoint, con la típica estructura y la típica retahíla de convencionalismos, tiene que luchar internamente por prestar atención porque su cerebro le dice: “esto no es importante, no me parece nada nuevo, ya sabemos lo que es, podemos prescindir de esto”.
Pero romper con lo habitual, con lo que todo el mundo hace, requiere un riesgo. Como con todo en la vida. ¿Pero ese riesgo es tan grande?
Seamos racionales, analicemos las posibles consecuencias del discurso y nos daremos cuenta de que no pueden ser tan graves. Al contrario, las ventajas suelen ser mayores que los riesgos porque la audiencia está deseando que alguien piense en ellos, que se lo hagan pasar bien, que lo ilusionen…
Si el público percibe que nos hemos “currado” una presentación pensando en lo que ellos necesitan en vez de en lo que el ponente le parece cómodo, lo va a agradecer y va a ser muchísimo más benévolo de lo que lo sería en una presentación del montón.
Así que depende de ti: ¿no quieres hacer un esfuerzo por dejar de estar en las del montón y pasar al de las brillantes?