Hoy rescato de mi biblioteca personal el libro ¿Por qué los españoles comunicamos tan mal? de Manuel Campo Vidal. En él se nos recuerda insistentemente que no es lo mismo hablar que comunicar.
La lectura es francamente recomendable. Más allá del habitual recetario sobre comunicación, Campo Vidal enriquece el esquema básico que todos aprendimos de pequeños con multitud de ejemplos reales, de análisis de situaciones y anécdotas más que explicativas. Muchos de ellos los hemos vivido a través de los medios (como el “¿Por qué no te callas?”, la gestión de la crisis del Prestige o los manidos comentarios deportivos).
Además, el libro nos va llevando por una vía de doble carril, en la que a medida que avanzamos se van comparando nuestros oradores con los de otros países como Estados Unidos de los que no se puede negar, y especialmente después de fenómenos como la primera elección de Obama, la distancia en calidad comunicativa entre aquellos líderes y los nuestros. ¿Y las causas de esta diferencia? También se diagnostican: la falta de formación. El libro sostiene que en nuestro país de habladores (o charlatanes), pensamos que la comunicación no se aprende, no se ha de trabajar, es un don natural y el fruto de una práctica improvisada.
De modo que cada pocas páginas llegamos a la misma conclusión: falta formación. Nuestros directivos y mandos intermedios, en general, no saben comunicar. Y demasiado a menudo, se intenta arreglar con un curso de “Presentaciones con PowerPoint” como si fuera la única herramienta de mejora, cuando, muy al contrario, suele ser lo que acaba de empeorar el discurso. Sin embargo, a vencer el miedo escénico se aprende, a comunicar con eficacia se aprende, a usar la voz y el cuerpo se aprende, a elaborar un buen discurso se aprende… Así que no deberíamos perder la oportunidad de adquirir y mejorar esas utilísimas herramientas sea cual sea nuestro sector o posición.
¡A seguir comunicando!